Doña Paulina: innovadora en producir y vender productos agroecológicos
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Otra historia de éxito es la de doña Paulina Barra, una reconocida y orgullosa mujer aimara de 64 años; casada y madre de cinco hijos. Ella es socia del módulo lechero de Kallutaca de la zona de Laja y una de las primeras lideresas que ha tomado la decisión y las riendas en la implementación de su unidad familiar agroecológica biointensiva (UFAB) de 450 metros cuadrados (que consta de 10 platabandas altas bien abonadas), la cual cuenta con un sistema de riego por goteo automatizado, donde se siembran cultivos diversificados de hortalizas, granos andinos y forrajes. Esta es una innovación productiva sostenible que lleva adelante el proyecto IMSA, financiado por el Asuntos Mundiales de Canadá (Gobierno de Canadá) y la Fundación Léger, y ejecutado por Pro-Rural.
Nadie puede negar que existen numerosos casos de mujeres líderes en diversos rubros, que se destacan por su esfuerzo y el impulso que brindan a sus comunidades. Doña Paulina se constituye en un claro ejemplo porque vio como alternativa para mejorar su seguridad alimentaria e ingresos contar con parcelas agroecológicas que le permitieran producir y consumir productos agroecológicos, frescos, sanos y nutritivos sin tener que ir al mercado. Actualmente, en su parcela existe un espacio destinado a granos andinos del cultivo de quinua y cañahua, otro espacio de cultivos asociados de hortalizas de mayor consumo y adaptadas al altiplano como la cebolla, zanahoria, rábano, nabo, lechuga y beterraga. El sistema de riego por goteo automatizado de su parcela agroecológica, le permite disponer de más tiempo para realizar otras actividades en su hogar.
A medida que fueron saliendo los productos, doña Paulina compró semillas y plántulas de brócolis, repollos, lechugas y otras hortalizas, para producir, a modo de experimento, en su parcela agroecológica con el objetivo de tener alimento suficiente para ella y su familia. Al contar con cosechas seguidas y abundantes, vendió los productos de los cuales obtuvo ingresos adicionales. Esto, acompañado de la necesidad de ayudar a su familia, la impulsó a trabajar con más dedicación en su parcela, demostrando que los principales motivadores para iniciar un negocio se encuentran en la constancia, ya que a pesar de las lluvias excesivas, la helada y el granizo, se ha podido producir. “Obtuvimos nabos grandes, uno salió con 1.5 Kg. Vendimos un saco en la extranca Rio Seco, ahora tengo 5 Kg de cañahua que lo voy a tostar para hacer pito y comer; también tengo 13 kg de quinua de buen grano para comer”. “Teníamos tanto producto que comenzamos a repartir a nuestros familiares y vecinos, y también nos dimos cuenta que podemos vender en el pueblo. Me gusta mucho lo que la parcela se riega solita.” manifestó.
Esperando ahora poder despegar de forma autónoma en este rubro, sostiene que valió la pena dedicarle un tiempo a la horticultura porque le generó ingresos adicionales y comprendió que con mejores condiciones se pueden lograr mejores ingresos. En la próxima campaña planificará mejor la producción y venta de hortalizas.
Gracias a emprendimientos como éstos, las familias beneficiadas han tenido la oportunidad de mejorar los niveles de alimentación e incrementar los ingresos de las mujeres como resultado de la comercialización de los productos cosechados. Paralelamente, se han capacitado en la producción de productos, nutrición, liderazgo y equidad de género; por lo que están al tanto de leyes y normativas a favor de los derechos de las mujeres, siendo esta una oportunidad para que compartan conocimientos sobre la producción orgánica, promuevan su aprovechamiento como solución a la inseguridad alimentaria inducida por el clima, tengan un mercado oportuno para vender productos y participen en habilidades de liderazgo con otras mujeres líderes locales.
Alrededor de 3.400 familias se encuentran involucradas con esta iniciativa que implementa Pro-Rural mediante el proyecto IMSA.